martes, 5 de agosto de 2014

BCN - Se pronuncia Comtes D'Urgell

A pesar de los problemas de embargue conseguimos llegar a Barcelona y sobrevivir a una larga noche entre sus calles por falta de alojamiento. Pero esto es solo el principio, seguimos con nuestro deseado viaje, y nos queda mucho que contaros de esos cuatro días.

El sábado supuso el primer día en el que desenvolverse por la ciudad sin nadie más. Con los menores gastos posibles les tocó comprar su base alimenticia, encontrar el hostal de aquel extraño hombre o reprimir los instintos de golpear a algunos catalanes burlones. ¡Ah! Y no olvidemos los reencuentros, que hay para todos los días.

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La música de la radio y los lametones en las manos de un pequeño perro despertaron a los dos aventureros de su merecido descanso. Serían ya las nueve de la mañana, arrastraban apenas tres horas de sueño pero eran suficiente para continuar con el calendario previsto para el primer día. Tocaba echarle valor y despegarse del cómodo sofá; había que llegar al hostal.

Despertar a Sandra obligó a utilizar el comodín de la llamada, pero al final la chica abrió su puerta y pudieron recoger las cosas. Tras agradecerle su hospitalidad, se despidieron y volvieron a la calle en lo que suponía su tercer viaje en metro. Una vez más bajaron en Plaza Cataluya, y con un poco de instinto y ayuda de Google se pusieron en camino a Comtes D'Urgell, que venga alguien y lo pronuncie como debe ser, en busca del hostal. Fue un agradable paseo con el sol de la mañana, y la llegada sin incidentes una buena noticia.


Una vez arreglado el papeleo, soltaron las cosas en la pequeña habitación, que constaba de una cama de matrimonio de colchón piedra con dos almohadas planas, un tocador, tres perchas y dos cajones. En uno de ellos venía de regalo un secador, cuidado. Tomaron un pequeño respiro, colgaron las camisas y pisaron de nuevo la calle. Por cierto, la peor batalla para ambos en estos días no fue orientarse por la ciudad, sino cerrar la puerta de la habitación, y es que no había forma de entender a la maldita cerradura.

Pero bueno, lo más importante es que tenían un socorrido 24horas en la esquina de su misma calle, que servía de gran ayuda y que tuvo el placer de ofrecerles su primer desayuno: unas baratas galletas de animalitos. Echaron a andar toda la Avenida de la Constitución arriba, hasta llegar al centro comercial, conociendo la zona en la que iban a habitar. Allí podrían realizar su primera compra.

Por lo menos en Barcelona si hay Mercadona, a pesar de las palabras de Sandra la noche anterior. ¡Ella mentía! Dijo que no había ningún Día "de esos" y los dos aventureros encontraron siete; pero eso es lo de menos, volvamos a la historia. Hicieron su primera compra de supervivencia, con la tiesura de dos pobres al poder, y es que nunca viene mal eso de ahorrar. Pan de molde, chocolate milka, kikos, salchichón y cacahuetes eran la base nutricional para los próximos días, y con todo ello en bolsas regresaron al piso para ponerlo bajo seguro. Eso sí, no olvidarán el intento de estafa de una señora mayor, que les hizo cambiarse de cola porque tres cajas más al lado "estaba libre" cuando resulta que esta estaba cerrada. Maldita zorra.

Supervivencia de tiesos - Definición gráfica
Una vez más los aventureros retomaron la salida a las calles para conocer la zona en la que se hospedaban. Una tierna cafetería con libros que descubrieron en una de sus calles se antojaba para un futuro desayuno, encontraron numerosos supermercados (ejem...) y una tienda de tatuajes a la que llevar a Borja. Alcohol, camisetas... acabaron su ruta por el Raval, donde almorzaron en Kapadokya, un Kebab que irónícamente les recomendó Ana mientras pedían. ¿Quien es Ana? Para eso tendréis que retroceder hasta el año pasado, pero aquella tarde habían quedado con ella para un reencuentro y una guía turística por la ciudad. 


Tras acordar el punto de encuentro, en torno a las seis de la tarde en la Sagrada Familia, ambos acordaron descansar un rato. Rato que se hizo largo porque se quedaron dormidos. Mike decidió darse una ducha y descubrió con alegría que el hostal de mala muerte tenía champú gratis, ¡problema superado! Conversaciones telefónicas y paseo hasta "Hospital Clínic" para tomar la línea 5 del metro catalán hasta la Sagrada Familia.

Damas y caballeros... ¡La Sagrada Familia!
La entrada principal. En ella puede leerse el Padre Nuestro en numerosos idiomas.
Allí Mike se reencontró con Ana después de tanto tiempo y esta conoció a Rubén finalmente. El barrio estaba abarrotado de gente debido a que eran fiestas populares en la zona. Saborearon la alegría del lugar y el exterior de La Sagrada Familia con los comentarios arquitectónicos de su compañera, todo un lujo. Para seguir aprovechando la tarde regresaron a las Ramblas para callejear la zona, visitando lugares como la Casa Milá - La Pedrera, que desgraciadamente estaba de reformas, o el Museo de Cera; además de recorrer maravillosas callejuelas llenas de magia. También pisaron la Catedral, en cuya plaza estaban de festividad y se permitieron disfrutar en directo de las sardanas catalanas, de las que os traemos un vídeo:


Plaza, orquesta y sardanas. 


El señor mayor no sabía donde le habían metido. Su cara le delata.
Antes de dejar reposar las piernas y tomar algo pasaron por un curioso bar del que Rubén no había dejado de hablar en todo el día: El Bosc de Les Fades. Simplemente impresionante, aquel pequeño rincón entre árboles y riachuelos acogía a cualquiera que cruzaba sus puertas. Tras ello unos 100M fue una gran propuesta para tomar unas cervezas y ponerse al día de los últimos tiempos, y tras la cena se despidieron de Ana y regresaron a su habitación para coger un par de camisas y volver a la calle. Habían quedado, de nuevo en el Ryans, con Sandra y Ariadna para tomar algo.

Bosc de Les Fades
Foto para el recuerdo, petición expresa de Rubén.
Y con la nueva salida noctura llegó la peor experiencia vivida en la Ciudad Condal.
¿Recordáis lo que les había dicho Sandra la noche anterior? Que si los reductores, los hombres con navaja, la agitada situación social una vez los hombres de color reparten misteriosas cervezas... Pues parece que estos dos lo habían olvidado. Para intentar llegar antes, porque iban justos de tiempo, probaron suerte callejeando por las oscuras calles de Barcelona. Eso los llevó a acabar perdidos entre pequeñas callejuelas, donde un zumbido extraño parecía acompañarles, y no era producto de su cabeza. Entre las sombras se aproximaba una silueta, que finalmente llegó a ser un hombre alcoholizado que paso con su aroma a unos centímetros de ellos, y nada más llegar al cruce un perturbado en bicicleta casi los atropella. Liberaba un olor con cierto parecido al del anterior. Avanzaban entre calles oscuras y desconocidas al azar, llegando al punto de que una moneda decidiera por ellos, y asomándose con cautela en las esquinas antes de dar el siguiente paso. El aliento de la muerte merodeaba cerca de ellos aquella noche. Finalmente llegaron a una gran avenida, lo que alivió los nervios del entorno. Las calles abiertas siempre son un punto de control importante en estas situaciones. A partir de aquí, y a paso ligero por calles más conocidas, consiguieron encontrar el Ryans.

Al llegar gritaron al camarero para que colocase un par de cervezas en la barra, sin saludar a las dos señoritas que llevaban rato esperando, conscientes de que necesitaban olvidar la experiencia. Aguantaron los cuatro allí de pie lo que se pudo hasta conseguir una mesa, y volvieron a dejar correr el reloj una noche más hasta que el pub cerrase. El plan era calcado a la noche anterior, así que volvieron a por unos chupitos al Absenta. Literalmente, fueron a beber absenta. Hoy si podréis ver en vídeo como te sirven allí estos chupitos, ¡atención!




Tras un ajetreado primer día iba siendo hora de volver y descansar, así que se despidieron y marcaron el rumbo a casa, esta vez sin meterse en raros callejones. Al llegar a Comtes D'Urgell pararon el en el 24h, ya sabían que iba a ser todo un apaño, y compraron agua para la noche y el próximo día. Regresaron a la habitación, atrancaron la puerta, devoraron el chocolate comprado esa misma mañana y a dormir. Mañana será otro día.

Una tarde de visita turística por Barcelona

No se si lo habréis notado, pero el acento de Rubén comienza a decaer en un fuerte catalá

Y con esto, fin del segundo día, pero no de la aventura
Próximamente continua el viaje en la tercera parte.

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